
Después de los majestuosos y oscuros First and Last and Always (1985) y Floodland (1987), Eldritch se aburrió del romanticismo decadente y del teclado atmosférico. Para Vision Thing, decidió encender las guitarras y prender fuego a los altares. El resultado: un disco más crudo, más hard rock, pero con el mismo veneno en la sangre.
Este no es un álbum gótico tradicional. Aquí no hay tumbas llorando ni suspiros eternos. Vision Thing es político, cínico, envenenado por la frustración del final de los 80. El título es una burla directa a George H. W. Bush, y las letras escupen sarcasmo, nihilismo y desprecio posmoderno. Si Floodland era un réquiem, Vision Thing es una revuelta.
La batería de Doktor Avalanche sigue ahí, implacable como siempre. Pero ahora se une a guitarras filosas, a medio camino entre el glam rock tardío y el hard rock que gobernaba MTV. Tony James (de Sigue Sigue Sputnik y Generation X) estuvo brevemente en la banda, y aunque no quedó en la formación final del disco, su influencia dejó huella en el sonido.
Canciones como “More” (coescrita con Jim Steinman, el productor de Meat Loaf) son verdaderos himnos de estadio, saturados de dramatismo y violencia emocional. “Detonation Boulevard” es una carretera infernal de riffs repetitivos y voz autoritaria. “Ribbons” suena como si Iggy Pop se hubiera perdido en un cementerio gótico a medianoche.
Lo mejor de Vision Thing no es su sonido, sino su actitud. Eldritch no canta: sentencia. Cada línea parece un manifiesto político existencial. Habla de drogas, poder, desilusión, América y decadencia cultural. Es un disco que anticipa el cinismo del rock de los 90, antes de que el grunge lo oficializara.
En “Dr. Jeep”, lanza dardos contra la guerra y los medios de comunicación. En “When You Don’t See Me”, explora la alienación con un groove casi bailable. Y el cierre con “Something Fast” es una joya: una balada amarga y minimalista que suena como un adiós definitivo.
¿Y después?
Después de Vision Thing, Eldritch no grabó más discos. Se sumergió en batallas legales con su disquera, giró eternamente con nuevos músicos, y dejó a sus fans colgados como adolescentes esperando una llamada que nunca llegó. The Sisters of Mercy quedó congelado en el tiempo como un mito vivo, tocando en vivo sin sacar nuevo material desde hace más de 30 años.
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