Del anonimato al culto gótico
Firmado por el legendario sello 4AD (la misma cuna de Cocteau Twins y Dead Can Dance), Clan of Xymox se lanzó en un momento perfecto: cuando el gótico aún era joven, pero ya saboreaba el desencanto. Liderados por Ronny Moorings, con la enigmática participación de Anka Wolbert y Pieter Nooten, el álbum destila un aura decadente que parece salir directamente de los canales nocturnos de Ámsterdam o las ruinas mentales de un romance terminal.
Este disco fue una declaración. No de guerra, sino de nostalgia eterna.
Pistas que te muerden desde las sombras
"A Day": El tema insignia. Casi siete minutos de viaje hipnótico con guitarras filtradas por delay, sintetizadores punzantes y una estructura circular que te atrapa como un bucle emocional. El beat parece un corazón artificial latiendo en cámara lenta.
"Stranger": Una elegía bailable. La voz monocorde y alienada de Moorings contrasta con el impulso rítmico del bajo. Puro darkwave del que se te mete bajo la piel.
"Cry in the Wind" y "Stumble and Fall" son balas de plata directas al alma. Un ejercicio de minimalismo emocional que, sin gritar, desgarra.
Cada canción en el disco parece grabada desde un lugar sin ventanas, pero con vistas directas al abismo.
Bajo la producción de Ivo Watts-Russell (el cerebro detrás de muchos lanzamientos clave de 4AD), el sonido de Clan of Xymox es como una iglesia abandonada: reverberante, solemne, etérea. Los sintetizadores no se usan como adornos, sino como protagonistas. Las guitarras no buscan protagonismo, sino texturas. Es música para caminar solo, para fumarte los restos de tu corazón en la madrugada, para perder el nombre en la niebla.
Este álbum puso a Clan of Xymox en el radar de las pistas góticas de Berlín, Londres, México y hasta Lima. Aunque su nombre siempre ha sido un susurro frente al grito de otros más conocidos como Bauhaus o The Cure, quienes conocen este disco lo consideran un manifiesto oscuro.
Muchos lo intentaron después. Pocos lo lograron con esta clase.
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