
1. HIM – El "love metal" que confundió al dark real
Sí, Ville Valo es guapo. Sí, sus letras hablan de corazones rotos y muerte. Pero HIM vendió una versión diluida y glamorosa del gothic rock que parecía más una campaña de perfumes de Calvin Klein. No estamos diciendo que no tengan talento —pero venderse como “goth” cuando musicalmente estaban más cerca del rock alternativo/pop comercial es, como mínimo, una estafa para los puristas. Si tu introducción al gothic rock fue HIM, lo sentimos: te mintieron.
2. The 69 Eyes – Vampiros de plástico


3. Evanescence – ¿Gothic? ¿En serio?
Vamos a decirlo claro: Evanescence no es gothic rock. Es nu-metal con tintes oscuros y una vocalista con buena voz y estética gótica. Amy Lee conquistó MTV, pero su banda nunca estuvo ni cerca del ethos gótico de los 80s. Que los vendan como parte de la escena goth es más culpa del marketing que del género mismo. Pop disfrazado de luto.

4. London After Midnight – El mito más inflado del under
Una banda que ha vivido más del culto que de una discografía sólida. London After Midnight se volvió una especie de unicornio gótico: pocos discos, escasas presentaciones en vivo, pero una legión de fans que los veneran casi religiosamente. ¿La música? Repetitiva, carente de evolución y anclada a clichés del género. Sean Brennan es un ícono... pero más por aura que por sustancia musical.

5. Lacrimosa – De la ópera al aburrimiento
Desde Alemania con amor (y lágrimas), Lacrimosa comenzó como un proyecto interesante y teatral. Pero con el paso del tiempo, su música cayó en la autocomplacencia y una sobreproducción innecesaria. Tilo Wolff se cree más un director de orquesta que un rockero, y su obsesión por lo grandilocuente terminó por convertir a Lacrimosa en un gótico sin alma. Dramáticos, sí. Auténticos, no tanto.
¿Qué significa estar “sobrevalorado” en el gothic rock?
No se trata solo de fama. Estar sobrevalorado en el gothic rock significa tener un culto desproporcionado en comparación a la calidad, innovación o impacto real en el género. Mientras Joy Division, Bauhaus, Siouxsie o Christian Death construyeron los cimientos con sudor, riesgo y miseria creativa, estas bandas se montaron en el ataúd ya listo, maquillaron la muerte y la convirtieron en mercancía.
La oscuridad no se compra
El gothic rock verdadero no está en los vinilos de colección ni en los vestuarios teatrales. Está en la desesperación, el arte decadente y la visceralidad de quienes convirtieron su dolor en sonido. Las bandas sobrevaloradas pueden sonar bien, pero rara vez sangran verdad.
No se trata de odiar, sino de recordar: no todo lo que viste de negro es realmente gótico.
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