“It doesn’t matter if we all die…”
Así arranca el álbum, con "One Hundred Years", una de las frases más devastadoras de apertura en la historia del rock. La línea no es un cliché oscuro, es una declaración de principios. Robert Smith, ahogado en LSD, alcohol y una profunda crisis personal, llevó a la banda —y al oyente— al límite. Y lo hizo sin filtros. Este álbum fue compuesto durante una gira autodestructiva, donde la paranoia, la ansiedad y el vacío existencial se convirtieron en herramientas creativas. Lo que otros habrían reprimido o suavizado, The Cure lo canalizó en forma de música gótica que no pedía perdón.
Sonido como claustrofobia
Phil Thornalley en la producción logró encapsular ese estado mental abrasivo en una mezcla cargada de eco, reverberaciones malsanas y atmósferas que casi pueden olerse. Pornography no está hecho para sonar bonito; está diseñado para sonar incómodo, alienante, lleno de desesperación. La batería de Lol Tolhurst suena tribal, como si intentara invocar a los demonios del subconsciente, mientras que el bajo de Simon Gallup es un muro constante que no deja respirar.
En temas como "The Hanging Garden" o "Siamese Twins", la distorsión no es solo instrumental, es emocional. No hay luz al final del túnel; hay túnel y más túnel. Un descenso donde la música y la psique se abrazan en una danza macabra.
¿Gótico? ¿Post-punk? ¿Pura desesperación?
Pornography fue la culminación de una trilogía iniciada con Seventeen Seconds y seguida por Faith, pero este fue el zarpazo final. El álbum sentó las bases para lo que se conocería como el “goth rock” de los 80: no con teatralidad como Bauhaus ni con intelectualismo como Joy Division, sino con puro nihilismo sonoro.
Este disco no te pide que lo entiendas. Te exige que lo sientas. Y si no puedes lidiar con su oscuridad, entonces no era para ti.
Hoy, más de cuatro décadas después, Pornography sigue siendo una piedra angular para bandas como Nine Inch Nails, Interpol, Chelsea Wolfe o Cold Cave. No es solo un álbum de culto, es una maldición sonora que sigue arrastrando almas sensibles y mentes disidentes a sus profundidades. The Cure nunca volvió a ser el mismo después de este disco, y el mundo tampoco.
En palabras del propio Robert Smith: “Hicimos el álbum como si fuera el último. Y en muchos sentidos, lo fue.”
JUNKIES SOUND // Sonido que no se arrodilla
Oscuro, decadente, inmortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario