viernes, 20 de junio de 2025

“Pornography (1982): El abismo sonoro de The Cure que definió la oscuridad”




En 1982, The Cure lanzó un disco que no solo marcaría un punto de quiebre en su carrera, sino que fundaría, de manera no oficial pero brutalmente influyente, el terreno del darkwave, el gothic rock y los sonidos depresivos del post-punk más existencial. Ese disco fue Pornography, un título tan explícito y perturbador como su contenido. No había lugar para lo dulce, ni para lo romántico, ni siquiera para lo melancólico como en sus álbumes anteriores. Aquí no hay tregua: este es el dolor crudo, la alienación, la locura y la muerte envueltos en capas de distorsión, batería tribal y una voz que parece cantar desde el fondo de una caverna emocional sin salida.


“It doesn’t matter if we all die…”
Así arranca el álbum, con "One Hundred Years", una de las frases más devastadoras de apertura en la historia del rock. La línea no es un cliché oscuro, es una declaración de principios. Robert Smith, ahogado en LSD, alcohol y una profunda crisis personal, llevó a la banda —y al oyente— al límite. Y lo hizo sin filtros. Este álbum fue compuesto durante una gira autodestructiva, donde la paranoia, la ansiedad y el vacío existencial se convirtieron en herramientas creativas. Lo que otros habrían reprimido o suavizado, The Cure lo canalizó en forma de música gótica que no pedía perdón.


Sonido como claustrofobia
Phil Thornalley en la producción logró encapsular ese estado mental abrasivo en una mezcla cargada de eco, reverberaciones malsanas y atmósferas que casi pueden olerse. Pornography no está hecho para sonar bonito; está diseñado para sonar incómodo, alienante, lleno de desesperación. La batería de Lol Tolhurst suena tribal, como si intentara invocar a los demonios del subconsciente, mientras que el bajo de Simon Gallup es un muro constante que no deja respirar.


En temas como "The Hanging Garden" o "Siamese Twins", la distorsión no es solo instrumental, es emocional. No hay luz al final del túnel; hay túnel y más túnel. Un descenso donde la música y la psique se abrazan en una danza macabra.


¿Gótico? ¿Post-punk? ¿Pura desesperación?
Pornography fue la culminación de una trilogía iniciada con Seventeen Seconds y seguida por Faith, pero este fue el zarpazo final. El álbum sentó las bases para lo que se conocería como el “goth rock” de los 80: no con teatralidad como Bauhaus ni con intelectualismo como Joy Division, sino con puro nihilismo sonoro.


Este disco no te pide que lo entiendas. Te exige que lo sientas. Y si no puedes lidiar con su oscuridad, entonces no era para ti.


Hoy, más de cuatro décadas después, Pornography sigue siendo una piedra angular para bandas como Nine Inch Nails, Interpol, Chelsea Wolfe o Cold Cave. No es solo un álbum de culto, es una maldición sonora que sigue arrastrando almas sensibles y mentes disidentes a sus profundidades. The Cure nunca volvió a ser el mismo después de este disco, y el mundo tampoco.


En palabras del propio Robert Smith: “Hicimos el álbum como si fuera el último. Y en muchos sentidos, lo fue.”


JUNKIES SOUND // Sonido que no se arrodilla
Oscuro, decadente, inmortal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

𝑻𝒉𝒆 𝑺𝒕𝒓𝒐𝒌𝒆𝒔: 𝒍𝒂 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒂𝒍 𝒍í𝒎𝒊𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒃𝒂𝒏𝒅𝒂 𝒏𝒆𝒐𝒚𝒐𝒓𝒒𝒖𝒊𝒏𝒂

Surgieron en 1998 en Nueva York, cuando Julian Casablancas invitó al guitarrista Albert Hammond Jr. a sumarse a su trío inicial (Julian, Nic...