El heavy metal nunca ha sido un género de sencillos, pues la mayoría de sus músicos tienen un crecimiento y desarrollo a través de los álbumes de largo formato. Pero Mötorhead es la excepción de la regla. A lo largo de sus 40 años de historia, la banda – esencialmente el fallecido cantante y bajista Lemmy Kilmister y una serie de guitarristas y bateristas – se rigió bajo la misma fórmula: rugir la letra al son del enérgico latido del bajo, una batería infernal y un compás rítmico y básico en la guitarra. Como Lemmy le dijo a Sounds, “Chuck Berry siempre fue el mismo. Little Richard siempre fue el mismo. Prefiero ser así y apegarme a una fórmula con la que estamos satisfechos”. Parece ser más adecuado, entonces, representar a Motörhead con una antología. Puede que No Remorse ofrezca 29 versiones de lo mismo, pero aun así cada canción es increíblemente única: los aullidos, los versos de mala suerte en Ace of Spades, la estruendosa locomotora en el fondo de Overkill, la intensa guitarra de Bomber, la estúpida genialidad de Killed by Death, o la cambiante e hiperactiva versión en vivo de No Sleep ‘til Hammersmith. A veces, lo único que necesitas es una buena fórmula.
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